Enamorado de A Coruña como muchos lucenses enraizados en la capital herculina, Amador Real, de 62 años y promotor mayoritario del Bulevar de El Papagayo, estrena el proyecto de su vida junto a sus dos socios, Jesús Carballo y Manuel Dopazo. Este empresario de éxito, que lleva alrededor de cinco décadas en el sector de la decoración de escayola, ha dedicado los últimos siete años a revitalizar el centro con la puesta en marcha del Bulevar del Papagayo.
-¿Cómo se encuentra Amador Real en este momento?
-Cansado, son siete años de mucho trabajo pero al mismo tiempo estoy con una ilusión terrible. Lo cierto es que estamos agotados con tanta obra pero en este caso, bendito sea el cansancio.
-¿Cómo surgió la posibilidad de llevar a cabo este proyecto?
-Yo tenía mucha amistad con mis dos socios, Jesús Carballo y Manuel Dopazo. Este último llevaba desde el año 90 estudiando la posibilidad de cambiar el barrio. Los tres queríamos hacer algo importante, aunque entonces no se nos pasaba por la cabeza la dimensión actual, esa la verdad. Al principio pensamos en hacer edificios independientes. Además, teníamos un poco de miedo de entrar aquí, ya que había de todo, incluso droga.
Leer entrevista...
-Porque esto era el barrio chino.
-Sí, pero con toda la carga de identidad que tenían los barrios chinos del régimen. Todas las ciudades tenían su barrio chino, alguno hasta muy bien cuidado. Aquí llegaba la flota americana, la inglesa, la francesa… por tierra, mar o aire, como suele decirse. El mayor inconveniente de esos barrios es que estaban en el centro de la ciudad y en el fondo no eran bien vistos por los vecinos. Además, también había muchos reparos a la hora entrar a trabajar en lugares así.
-Entonces se reencontró con un Papagayo que no le gustaba.
-Es que no me gustaba ni a mí ni a nadie, por eso nos apoyó todo el mundo; incluso me atrevo a decir que hasta los que decían no, en el fondo querían decir sí. Imagino que al principio tenían miedo de que se alterara el patrimonio, porque la verdad es que en la construcción también hay vandalismo y gente que sólo va a lo suyo. Ahora puedo afirmar que el Ayuntamiento está muy satisfecho del resultado, pues es consciente de que hemos trabajado con mucho respeto. Por ejemplo: a las plazas de aparcamiento destinadas a uso público les hemos otorgado la misma condición que a las de uso comercial y residencial. Nos hemos esforzado al máximo para ofrecer calidad y eso se agradece mucho.
-¿Se han encontrado con facilidades a la hora de realizar el proyecto?
-Cuando vi lo que había me entregué de lleno y empecé, con la ayuda de mis dos socios, a comprar casas. Había otras empresas interesadas, intentando lo mismo pero pagaban menos. Nosotros quisimos ser equitativos con la gente. Además, el Ayuntamiento tenía muchas ganas de eliminar este foco marginal en pleno centro, de ahí que encontrásemos una colaboración buena. A cambio, el Consistorio va a disponer aquí de una planta entera para lo que quiera. Entre todos hemos llevado a cabo todo esto, no hemos sido nosotros solos, ha sido un trabajo en equipo. Se nos atacó mucho en su momento pero verdaderamente hemos hecho lo que sabemos hacer, que es trabajar bien. El resultado está ahí. Ahora los ciudadanos se van dando cuenta de que El Bulevar es un bien para A Coruña.
-Amador Real salió de Lugo hace más de 20 años y arraigó en A Coruña. ¿Qué piensa al dejar su sello en pleno centro de la ciudad?
-Yo siempre estuve muy vinculado a la ciudad de La Coruña, siempre la quise mucho, ya que vivo aquí desde hace más 20 años y siempre me sentí muy a gusto. La Coruña es una ciudad impresionante. Además, qué puedo decir yo que me encanta el mar: pues que es una ciudad de lo más bonito que hay en España y no lo digo sólo yo, lo dice gente que está acostumbrada a viajar por ahí. Hay quienes aseguran el título de ciudad más bonita de España debería repartirse entre San Sebastián y La Coruña, que son ciudades pequeñas con todo lo que una ciudad grande puede desear.
-Una persona como usted que empieza desde abajo, ¿cómo llega al Bulevar del Papagayo?
-Empecé de botones en un restaurante y desde ese momento no he parado de trabajar. Entré una empresa de escayola, donde me dieron la oportunidad de trabajar en un taller y aprender los secretos de la escayola. Luego me establecí por mi cuenta y así hasta ahora trabajando y trabajando
-Y ahora con el Bulevar terminado, ¿cómo se siente?
-Muy contento. Espero que dentro de 300 años, por decir algunos, se acuerden de nosotros cuando alguien pregunte quién hizo este aparcamiento en La Coruña, el parking más profundo de España, una obra muy bien hecha, muy compensada. La gente lo va a agradecer y nunca se sabe para qué puede servir el día de mañana. Hoy por hoy ya me siento orgulloso que en el entorno que hemos creado van a convivir más de 2.000 personas entre trabajadores y vecinos. Sin contar los miles de visitantes que recibirá el centro comercial y los cientos de usuarios del parking.
-Parece que han arriesgado mucho.
-Sí, mis compañeros y yo hemos apostado muy fuerte. Afortunadamente todo nos ha salido muy bien y no hemos sufrido ninguna desgracia. Iniciamos esta andadura con toda la ilusión del mundo, tuvimos que luchar contra muchos frentes y si hubiéramos pensado en todas las dificultades creo que no nos hubiéramos atrevido, pero siempre he sido un luchador nato y aquí me encontré con dos compañeros que también son unos luchadores y además de una arquitecta fuera de serie, Carlota Robelo, que aceptó este importante reto.
-¿Ha tenido vacaciones en estos siete años?
-Nada, ni una, cero. Me encanta el mar pero desde que empezó la obra sólo he tenido un barco: El Papagayo.
-En cuanto a la política a seguir acerca de la gestión de las viviendas, se ha dicho que tienen lista de espera.
-Sí, es cierto. Hay unas ochocientas personas interesadas. Por otra parte, nos movemos en un contexto de crisis grande que debemos valorar. La ilusión que tenemos en estos momentos pasa por potenciar el alquiler.
-Después de tantas críticas, grietas, presiones, etc., debe estar convencido de que los resultados hablarán por sí mismos.
-Tengo que decir que aquí no hubo grietas. Aquí no y se lo voy a explicar: La Coruña es casi una isla y el mar ha empujado. El subsuelo de aquí es roca y nosotros nos hemos limitado a perforar la roca. Además, no hemos regateado en anclajes cada tres metros, tanto hacia arriba como en horizontal. Eso era inamovible y las casas podían estar tranquilísimas y seguras aunque estuvieran colgadas a más de 40 metros de altura, así que de ahí no salió ninguna grieta. Nosotros hicimos un protocolo de grietas a todas las casas pegadas al aparcamiento, entre ellas la Iglesia, y todo está como antes de empezar la obra.
-¿Qué le diría a los ciudadanos?
-Que disfruten mucho de esto porque ha sido una actuación muy meditada, realizadas con todo el cariño fundamentalmente para todos los coruñeses. Aquí he aplicado toda mi experiencia personal. Soy muy exigente conmigo mismo y creo que no nos hemos equivocado. Además, he tenido la suerte de contar con un gran equipo. Aparte de mis dos socios, hemos podido contar con una arquitecta, Carlota Robelo, que es una auténtica maravilla, una mujer para sacarse el sombrero. Ella siempre ha estado al pie del cañón con una ilusión impresionante. También he de agradecer el trabajo de todas las empresas que han colaborado con nosotros, las cuales, en un 90 por ciento largo, han estado de diez.
-Y ahora ¿qué va a hacer?
-Al terminar la obra vuelvo a lo mío, que es mi empresa de decoración de escayola. Éste ha sido un proyecto especial, pero no volveré a vivir una obra como ésta. Haré otras más pequeñas y de otro tipo porque Papagayo sólo hay uno. Ha valido la pena y es una experiencia única. Vale la pena vivir para hacer esto. Ahora bien, he dejado aquí siete años y otra obra así sería demasiado.
-¿Cómo se encuentra Amador Real en este momento?
-Cansado, son siete años de mucho trabajo pero al mismo tiempo estoy con una ilusión terrible. Lo cierto es que estamos agotados con tanta obra pero en este caso, bendito sea el cansancio.
-¿Cómo surgió la posibilidad de llevar a cabo este proyecto?
-Yo tenía mucha amistad con mis dos socios, Jesús Carballo y Manuel Dopazo. Este último llevaba desde el año 90 estudiando la posibilidad de cambiar el barrio. Los tres queríamos hacer algo importante, aunque entonces no se nos pasaba por la cabeza la dimensión actual, esa la verdad. Al principio pensamos en hacer edificios independientes. Además, teníamos un poco de miedo de entrar aquí, ya que había de todo, incluso droga.
Leer entrevista...
-Porque esto era el barrio chino.
-Sí, pero con toda la carga de identidad que tenían los barrios chinos del régimen. Todas las ciudades tenían su barrio chino, alguno hasta muy bien cuidado. Aquí llegaba la flota americana, la inglesa, la francesa… por tierra, mar o aire, como suele decirse. El mayor inconveniente de esos barrios es que estaban en el centro de la ciudad y en el fondo no eran bien vistos por los vecinos. Además, también había muchos reparos a la hora entrar a trabajar en lugares así.
-Entonces se reencontró con un Papagayo que no le gustaba.
-Es que no me gustaba ni a mí ni a nadie, por eso nos apoyó todo el mundo; incluso me atrevo a decir que hasta los que decían no, en el fondo querían decir sí. Imagino que al principio tenían miedo de que se alterara el patrimonio, porque la verdad es que en la construcción también hay vandalismo y gente que sólo va a lo suyo. Ahora puedo afirmar que el Ayuntamiento está muy satisfecho del resultado, pues es consciente de que hemos trabajado con mucho respeto. Por ejemplo: a las plazas de aparcamiento destinadas a uso público les hemos otorgado la misma condición que a las de uso comercial y residencial. Nos hemos esforzado al máximo para ofrecer calidad y eso se agradece mucho.
-¿Se han encontrado con facilidades a la hora de realizar el proyecto?
-Cuando vi lo que había me entregué de lleno y empecé, con la ayuda de mis dos socios, a comprar casas. Había otras empresas interesadas, intentando lo mismo pero pagaban menos. Nosotros quisimos ser equitativos con la gente. Además, el Ayuntamiento tenía muchas ganas de eliminar este foco marginal en pleno centro, de ahí que encontrásemos una colaboración buena. A cambio, el Consistorio va a disponer aquí de una planta entera para lo que quiera. Entre todos hemos llevado a cabo todo esto, no hemos sido nosotros solos, ha sido un trabajo en equipo. Se nos atacó mucho en su momento pero verdaderamente hemos hecho lo que sabemos hacer, que es trabajar bien. El resultado está ahí. Ahora los ciudadanos se van dando cuenta de que El Bulevar es un bien para A Coruña.
-Amador Real salió de Lugo hace más de 20 años y arraigó en A Coruña. ¿Qué piensa al dejar su sello en pleno centro de la ciudad?
-Yo siempre estuve muy vinculado a la ciudad de La Coruña, siempre la quise mucho, ya que vivo aquí desde hace más 20 años y siempre me sentí muy a gusto. La Coruña es una ciudad impresionante. Además, qué puedo decir yo que me encanta el mar: pues que es una ciudad de lo más bonito que hay en España y no lo digo sólo yo, lo dice gente que está acostumbrada a viajar por ahí. Hay quienes aseguran el título de ciudad más bonita de España debería repartirse entre San Sebastián y La Coruña, que son ciudades pequeñas con todo lo que una ciudad grande puede desear.
-Una persona como usted que empieza desde abajo, ¿cómo llega al Bulevar del Papagayo?
-Empecé de botones en un restaurante y desde ese momento no he parado de trabajar. Entré una empresa de escayola, donde me dieron la oportunidad de trabajar en un taller y aprender los secretos de la escayola. Luego me establecí por mi cuenta y así hasta ahora trabajando y trabajando
-Y ahora con el Bulevar terminado, ¿cómo se siente?
-Muy contento. Espero que dentro de 300 años, por decir algunos, se acuerden de nosotros cuando alguien pregunte quién hizo este aparcamiento en La Coruña, el parking más profundo de España, una obra muy bien hecha, muy compensada. La gente lo va a agradecer y nunca se sabe para qué puede servir el día de mañana. Hoy por hoy ya me siento orgulloso que en el entorno que hemos creado van a convivir más de 2.000 personas entre trabajadores y vecinos. Sin contar los miles de visitantes que recibirá el centro comercial y los cientos de usuarios del parking.
-Parece que han arriesgado mucho.
-Sí, mis compañeros y yo hemos apostado muy fuerte. Afortunadamente todo nos ha salido muy bien y no hemos sufrido ninguna desgracia. Iniciamos esta andadura con toda la ilusión del mundo, tuvimos que luchar contra muchos frentes y si hubiéramos pensado en todas las dificultades creo que no nos hubiéramos atrevido, pero siempre he sido un luchador nato y aquí me encontré con dos compañeros que también son unos luchadores y además de una arquitecta fuera de serie, Carlota Robelo, que aceptó este importante reto.
-¿Ha tenido vacaciones en estos siete años?
-Nada, ni una, cero. Me encanta el mar pero desde que empezó la obra sólo he tenido un barco: El Papagayo.
-En cuanto a la política a seguir acerca de la gestión de las viviendas, se ha dicho que tienen lista de espera.
-Sí, es cierto. Hay unas ochocientas personas interesadas. Por otra parte, nos movemos en un contexto de crisis grande que debemos valorar. La ilusión que tenemos en estos momentos pasa por potenciar el alquiler.
-Después de tantas críticas, grietas, presiones, etc., debe estar convencido de que los resultados hablarán por sí mismos.
-Tengo que decir que aquí no hubo grietas. Aquí no y se lo voy a explicar: La Coruña es casi una isla y el mar ha empujado. El subsuelo de aquí es roca y nosotros nos hemos limitado a perforar la roca. Además, no hemos regateado en anclajes cada tres metros, tanto hacia arriba como en horizontal. Eso era inamovible y las casas podían estar tranquilísimas y seguras aunque estuvieran colgadas a más de 40 metros de altura, así que de ahí no salió ninguna grieta. Nosotros hicimos un protocolo de grietas a todas las casas pegadas al aparcamiento, entre ellas la Iglesia, y todo está como antes de empezar la obra.
-¿Qué le diría a los ciudadanos?
-Que disfruten mucho de esto porque ha sido una actuación muy meditada, realizadas con todo el cariño fundamentalmente para todos los coruñeses. Aquí he aplicado toda mi experiencia personal. Soy muy exigente conmigo mismo y creo que no nos hemos equivocado. Además, he tenido la suerte de contar con un gran equipo. Aparte de mis dos socios, hemos podido contar con una arquitecta, Carlota Robelo, que es una auténtica maravilla, una mujer para sacarse el sombrero. Ella siempre ha estado al pie del cañón con una ilusión impresionante. También he de agradecer el trabajo de todas las empresas que han colaborado con nosotros, las cuales, en un 90 por ciento largo, han estado de diez.
-Y ahora ¿qué va a hacer?
-Al terminar la obra vuelvo a lo mío, que es mi empresa de decoración de escayola. Éste ha sido un proyecto especial, pero no volveré a vivir una obra como ésta. Haré otras más pequeñas y de otro tipo porque Papagayo sólo hay uno. Ha valido la pena y es una experiencia única. Vale la pena vivir para hacer esto. Ahora bien, he dejado aquí siete años y otra obra así sería demasiado.
4 comentarios:
Soy una vecina de Zalaeta y quisiera felicitar a Amador Real por la obra que ha impulsado aquí. Dice que le ha llevado siete años, pero ha valido la pena.
La obra que ha hecho este señor es increíble. La verdad es que yo estaba en contra en un principio, pero ahora que ya está hecha pienso que ha cambiado la zona.
Soy un vecino de Eirís. He visto el Papagayo y debo felicitar a este hombre por lo que ha hecho ahí. Ya me gustaría que en mi barrio llevaran a cabo iniciativas como estas. Esa zona es ahora mucho más bonita.
La plaza es muy bonita aunque creo que la zona comercial está bastante vacía.
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