martes, 24 de junio de 2008

A Coruña gana más de 2.000 metros cuadrados de espacio público con la plaza de El Papagayo

No sólo cayó el Muro de Berlín. En A Coruña, entre las calles Panaderas y Hospital, uniendo la antigua Pescadería con el emblemático Monte Alto, una nueva Coruña se abre para todos. Es el Bulevar del Papagayo, un barrio renovado que permite ampliar el espacio público en más de dos mil metros cuadrados: así, se ha pasado de los 650 metros cuadrados de viales existentes anteriormente en una zona de nula salubridad a los 3.290 metros cuadrados actuales. A éstos habría que sumar los 2.060 m2 útiles del Centro Municipal, que comunican con la plaza, para uso del Ayuntamiento. La plaza pública es, precisamente, una de las enseñas del nuevo Papagayo: frente a la marginalidad del pasado que ejercía de tapón entre calles del mismísimo centro de A Coruña, ésta se presenta ahora como un punto de encuentro. Es decir, un ágora urbano para ciudadanos de todas las edades.
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El primer objetivo del Bulevar ha sido comunicar el barrio del Papagayo con su periferia. La idea de afrontar el desnivel entre las calles Hospital y Panaderas con una gran escalinata (se hubieran necesitado 120 escalones) no favorecía esa conexión y subrayaba la sensación de frontera entre ricos y pobres o entre los nuevos edificios de Zalaeta y las antiguas casas de Pescadería. La solución pasaba por ubicar la plaza en una cota intermedia a riesgo de perder alturas y espacio para la edificabilidad. Esta actuación ha salvado desniveles de más de 18 metros en zonas antes aisladas y que ahora son accesibles para todos. Ahora, el Bulevar es el nexo entre la zona antigua y la moderna ciudad en su expansión hacia Monte Alto y eso también se refleja en su arquitectura, concebida como una fusión adaptada al entorno. Además, descubre el lateral de la Iglesia de las Capuchinas e integra el Museo de Belas Artes.
Para reforzar este concepto de unidad entre diferentes ‘Coruñas’, el Bulevar ha trabajado en dos direcciones: el embellecimiento de la propia plaza y la mejora de la accesibilidad. La certera orientación hace del Papagayo una plaza soleada que recuerda a la Quintana en sus horas más relajadas. Por otra parte es cerrada, abrigada de los vientos, con todos los elementos de porche, soportal y piedra distintivos de la arquitectura gallega. Los bancos en redondo, característicos del Museo del Prado, invitan a la relación y al coloquio.La plaza cuenta con un área de juegos infantiles, un factor que beneficia a los más pequeños junto con la condición de espacio protegido de inclemencias y vehículos. El arbolado favorece la relajación a través del colorido de los naranjos y la frondosidad de los magnolios. Las farolas de diseño contribuyen a la estética e incluso los elementos menos aparentes están dotados de luz, desde las barandillas acristaladas con laminado antivandálico hasta los pasamanos de las escaleras o los proyectores de los porches. A mayores, el Bulevar cuenta con rampas de comunicación, accesos y ascensores (que superan ampliamente la propia normativa de minusválidos) por todos lados. Diez de éstos desembarcan en la vía pública y las escaleras mecánicas comunican la calle Hospital con la plaza y la calle Panaderas.

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